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martes, 29 de diciembre de 2009

El texto sentido: Wistawa Szymborska

"La vida en la tierra sale bastante barata.
Por los sueños, por ejemplo, no se paga ni un céntimo.
Por las ilusiones, sólo cuando se pierden.
Por poseer un cuerpo, se paga con el cuerpo."

("Aquí", W. Szynmborska)

jueves, 24 de diciembre de 2009

Iluso
eres,

David.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Una larga siesta por la tarde, que se prolonga hasta la noche.







Amanecer en mitad de la noche y pasarla en vela.



Comerme un gofre recién hecho, mientras escucho a Antony and the Johnsons.



Y afuera la tormenta lucha contra el cristal. El viento silba y las gotas tamborilean sobre todo.


El cielo se ilumina.


Me siento bien. Por una vez, no tengo nada más que pedir.



No somos felices cuando tenemos todo lo que deseamos. Solo somos felices cuando deseamos las cosas que tenemos. Y yo no necesito más.


David

domingo, 20 de diciembre de 2009

El texto sentido: Rousseau.


 "¿En qué consiste, pues, la sabiduría o la ruta de la verdadera felicidad? Precisamente no está en disminuir nuestros deseos, ya que si estuvieran por debajo de nuestro poder, una parte de nuestras facultades quedaría ociosa, y nosotros no gozaríamos de todo nuestro ser. Esto no consiste en otra cosa que extender nuestras facultades, pues si nuestros deseos se extendieran al mismo tiempo en mayor cantidad, seríamos más infelices. Pero esto es disminuir el exceso de los deseos sobre las facultades y poner en perfecta igualdad el poder y la voluntad. Solamente entonces es cuando todas las fuerzas están en actividad; el ánimo, sin embargo, permanecerá tranquilo, y el hombre disfrutará de un justo equilibrio."

Emilio o la educación. Libro II. Jean-Jacques Rousseau.



Patri.

viernes, 18 de diciembre de 2009

¿Por qué este vacío, esta desazón? ¿Y esta quietud de calmado océano en mitad de la noche?

Oigo constantemente en mi corazón el sonido de la nada. Es un silencio que no me deja pensar. Y que me impide escuchar las verdades que el corazón intenta decirme.

¿Pero por qué?


¿Estamos condenados a esta incertidumbre perenne?


¿Por qué?



Agobia respirar.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Consumismo.


  La semana pasada Jo (anarcoguiri girl) me explicó que toda su ropa procedía de restos de stock del mercadillo. Por lo visto, cuando desmontan un mercadillo de esos que levantan en nuestros pueblos una o dos veces en semana, dejan los comerciantes decenas de cajas con aquello que no han vendido y no creen que vayan ya a vender. Las dejan allí tiradas, como si de basura se tratase, en la explanada donde levantaron sus puestos; antes de que vengan los basureros municipales a hacer limpieza, gente como Jo, que no puede gastar su dinero en nada que no sea lo imprescindible, se acerca a buscar en las cajas aquellas prendas que les puedan servir. Jo iba vestida impecablemente y con el estilo juvenil que le caracteriza: pañuelo florido en la cabeza, unos pantalones de esos repletos de bolsillos, una sudadera  roja con un dibujo muy alegre y un chaleco sin mangas encima. "Todo limpio", me dijo, "todo nuevo"; todo desecho del mercadillo. Lo que no quiere la gente... ¿por qué? Tal vez porque no sea de marca, o no esté a la última moda o... qué sé yo.
Me quedé francamente sorprendida. Nos gastamos cientos de euros cada temporada en ropa simplemente porque es la que se lleva ahora, o porque sólo tenemos una docena de jerseys en el armario y de color magenta no? Y se tira ropa, ropa nueva y bonita y abrigada... cuando hay gente que no tiene qué ponerse.
Afortunadamente hay gente como Jo -pocas, pa qué nos vamos a engañar. También me habló la semana pasada del trueque. En Coín se reúnen todas las semanas un grupo cada vez más numeroso de gente que viven la vida de otra manera -porque de otra manera la sienten (¿conocéis esa frase de Bakunin que advierte de que vivas según piensas o terminarás pensando según vives...?). Organizan danzas, talleres, yoga, etc... todo de manera gratuita y también un mercaíllo donde no se usa otra moneda que el trueque. Jo me explicó que ella había hecho un montón de galletas (me trajo una bolsita y estaban buenísimas) y aceite de algunas de las aceitunas que recogieron en la cosecha y que había envasado; las había cambiado por pan casero, por leche y huevos. ¡Qué maravilla!

  ¡¡Señores, una nueva sociedad utópica se está gestando en Coín!! Algunos, guiris y foráneos, le están plantando cara al furor capitalista; humildemente, sin pretensiones, pero con coherencia y una pizca de idealismo. Estoy invitada y tengo ganas de ir pero... ¿qué podría aportar yo?

Patricia


lunes, 7 de diciembre de 2009

De la soledad y otros demonios.

 A veces una necesidad abrumadora de compañía nos invade sin avisar y nos lanzamos a la ventana más próxima gritando "¿¡Hay alguien ahí?! No somos nada exigentes entonces, sólo buscamos una sonrisa, un par de ojos y unas palabras que llenen ese espacio a nuestro alrededor que de repente se nos hizo insoportablemente vacío. Son momentos peligrosos esos. Porque la compañía como la soledad debiera ser siempre escogida, ¿o tal vez no?
La soledad que nos costó lograr, porque tuvimos que apartar con el más terrible de los machetes incluso a la gente que más queremos para conseguirla, es, al igual que la compañía que más dificultad nos planteó conseguir, la que más valoramos y disfrutamos. Pero la otra soledad, aquella que un buen día se abre bajo tus pies y amenaza con tragarte de un bocado para luego escupir tus huesos, esa... esa es tan peligrosa como la mala compañía.
Pienso que lo más astuto es buscar armas para enfrentarla; no huirle nunca; jamás esconderla bajo la alfombra -y llámese alfombra cualquier salida inapetente con los primeros que se terciaron. Enfrentarla contigo mismo. Porque uno es siempre la mejor ayuda; y uno es siempre mucho más fuerte y valiente de lo que creyó en un principio. Creo que ninguna fuerza sorprende tanto como la propia, sí, estoy segura de ello. Tampoco está mal enseñarle a la soledad, como el que no quiere la cosa, un par de amigos que se esconden como ases bajo tu manga; pero no hace falta lanzárselos a la cara, ¿eh?, sólo mostrárselos sutilmente, con serena confianza.
 Pero no soy yo quien para sermonear, que bien sufrí en mis carnes a esta puñetera. No confundir, por cierto, a esta individua con su hermana mutada: la ausencia. Pero eso da para otro capítulo.

Patricia.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Otra vez hace frío,

Otra vez estoy en mi pueblo natal.

Otra vez hay tristeza en el hogar.

Otra vez he visto cómo te escondías de mí.

Otra vez me dejé de sentir.

Otra vez me he visto en el espejo,
y pegué una paliza al reflejo.


Otra vez he paseado solo.



Otra vez la sal de mis lágrimas se ha reunido con la del mar.



Otra vez he muerto un poco más.

David