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lunes, 29 de junio de 2009

Más allá de Orión...

No sabía cómo transmitiros aquella mañana esa sensación, la de saber algo terrible y al mismo tiempo magnífico que quieres transmitir, regalar, ofrecer a aquel que empieza a asomarse. Y no, no es por protegeros, al contrario; no quiero protegeros. Sé que no debo mostraros el camino hasta el cofre del tesoro, lo que intenté en aquellas conversaciones fue simplemente mostraros el fulgor intenso y misterioso que emerge de él para que os lancéis, sable en mano, a conseguirlo. Y de repente ahora, en la soledad silenciosa de la noche, me visitó el replicante de Blade Runner y supe que eran esas las palabras que yo buscaba esa mañana y no encontré. Las he escuchado mil veces y, sin embargo, no puedo evitar seguir sobrecogiéndome todavía:





Patricia

El momento más feliz.

Con optimismo empezaré mi viaje. Por ello os dejo esta canción. Falta de tiempo, señor y señoritas.

Aprovecharé que me largo para que no podáis alcanzarme, cuando veáis cómo es la canción. No me peguéis.





Pero es que me da la gana ponerla, qué queréis que os diga...

Espero que sigáis hablándome después de esto.

David


(Deseadme suerte. La necesitaré.)

viernes, 26 de junio de 2009

No, no puedo, lo he intentado, y no lo consigo. No puedo escribir nada coherente, nada de lo que se me pasa por la cabeza. Es lo que tiene el verano. Me deja tonto.

Pero sí tengo algo que decirle a Robles... con todo el cariño del mundo, respecto a lo que hablábamos esta mañana.




Sabes que es con amor, Robles :P

Y también otro regaliño: un tipo increíble que hace cosas increíbles con un violín, a pesar de dar tan mala pinta con esa ropa (aunque me mola su estilo):





Disfrutadlo!!! ^^

David.

PD: Gracias por lo de hoy.

domingo, 21 de junio de 2009

¿Qué le produciría esto?

Un fluido extraño se apoderaba de sus entrañas, el elixir era amargo sin mucho más que añadir. Sus brazos se estremecían más y más con el paso del tiempo, su cuerpo se unía a esta molesta reacción mientras su respiración se intensificaba hasta llegar al punto de sentirse semiahogado. Las manos no sabían donde acudir, todo su cuerpo las requería, el grito de auxilio de sus órganos era palpable a distancia; estaba mal. Al disponerse a andar sus piernas se tambaleaban y cesaban rápidamente en el intento, un paso a la izquierda, otro hacia tras, tres más a la derecha, medio hacia delante; podría decirse "andaba" en circulos. Su mente se encontraba en un limbo, no hallaba a distinguir entre el cielo y la tierra, estaba flotando ya que nada material le parecia tocar sus pies.
Angeles/demonios o personas aladas quizás, por no decir gigantes o simples humanos sin poderes aparentes romdaban el horizonte, no había salida, tampoco es que hubiese entrado por algún lugar concreto, llego de repente sumido en ese doloroso sentimiento tras segundos de insoportable agonía, producida por palabras que se clavaban como puñales furiosos y furtibos, cargados de ira y sumisa prepotencia. No quería creer, no le parecía lógico, nada concordaba con sus pensamientos anteriores, quizá en alguna prejuiciosa parte de su ser esto podía haber sido posible, aunque por su bien esta parte hacía mucho que se hallaba muerta. ¿Cómo iva a arreglar este entuerto? No tenia solución posible, su vida se agotaba después de esto, se alejaba a pasos desiguales.
Tras este corto espacio de tiempo, o no se si fueron horas, se derrumbo, cayó al suelo de rodillas y no puedo evitar que algo de líquido salobre también cayese; se encontraba en plena calle con el asfalto como unica protección para no caer más profundo. De repente noto la presencia de un pequeño charco de desprecio y desilusión delante de él, no era demasiado limpio, lo suficiente para poder ver su cara reflejada en el horrible mundo de la realidad. Para mi asombro, esto no produjo una desastrosa reacción sino que al contrario fue una lección, algo que no olvidaría nunca, ese charco le dejaría marcado, contemplo en él su cara la cara de una persona terminada, la cara de alguién con aún menos que perder, una cara viva. Podía tratarse de la broma de un mal traductor, o simplemente un mero engaño más, pero su interior no lo sentía igual, todo su sufrimiento tenía sentido y fué causado por sentido, esto le llevaba al sin sentido del vivir al sufrimiento; como un paso adelante, como signo de existir intensamente, como un arriesgar en la última carta sabiendo que si bien puedes perder o ganar jugaras (mejor) más tiempo.
Si bien esto puede parecer de valientes o personas sin miedo, no es cierto, sin duda yo los llamaría "vividores" personas que anteponen el vivir a todo; y sí son mortales (que no moriran nunca). En cuanto a la balanza de bienes y perdidas; las empresas se los rifarían como los mayores consejeros, pueden perder y pierden pero esto es lo que les hace ganar muchisimo más que cualquiera, porque como decía, y no me canso de citar, Thomas A. Edison tras sus más de mil intentos fallidos antes de inventar la bombilla: "no son fracasos, he conseguido saber 1000 formas de cómo no se debe hacer una bombilla".

PD: Especial dedicación para Patricia, la mujer del sin sentido. Me levante inspirado. Gracias

Robles

martes, 16 de junio de 2009

Otro de mis ensayos para mi mismo (cuidado es tóxico).

No me gusta nada, siempre pensé que comenzar negando no era la manera, pero no hay otra forma, no me gusta nada esto. La conciencia vuelve a la carga o más bien se esconde tras la trinchera, no sé que quiero acerca de mí; no de plan de futuro o cosas por el estilo quizá en este momento es donde más claro lo tengo, pero la ausencia del saber me descompone, me bloquea, me inquieta y no me gusta nada. Dónde está la claridad, la luz, la guía. – ¿Qué no la hay? No, no puede ser, quizá puede ser; aunque esto ya sería un camino, el camino sin rumbo (buen camino es para los que lo tienen por seguro) que en mi caso no lo veo como correcto o al menos no como último posible; creó que sería demasiado pronto rendirse ahí, no buscar algo más. Me parece demasiado fácil solo saber que no sé nada, aunque claro está, esto ya es un paso. Puede que todo esto no sea más que otro síntoma de la estúpida juventud humana o una simple rabieta de niño de primaria, quizá hasta me atrevería a decir una depresión pre-post-selectividad; sea lo que sea no me encuentro anímicamente bien y como a todo mortal no me gusta, porque no decirlo me asusta caer en el limbo de la intemporalidad (tan buscado pero efímero y sin sentido), navegar en un barco a la deriva, ser una carta sin remitente perdida en su viaje hacia tierras lejanas ;-), encontrarme de “expedición” por la parte trasera de cualquier resort, o convertirme en el atlante más apresurado que al llegar a la playa se cree en casa. No, no y no, una y mil veces si hace falta, no estoy y no me encuentro, lo de acabar negando también lo pensé y… ¿Qué le voy a hacer?.

No estoy, y no me encuentro,
que mala historia, alberga este cuento;
gnomos y hadas mezclan ungüento
siendo (yo) el títere, de este invento.

PD: Tiene que ser todo junto sin separación, siento que moleste o sea pesado al leer, quizá quise que fuese así (ojalá no). Para compensar The walking man - Darkness Illuminates Darkness

Robles

sábado, 13 de junio de 2009

Cómo ser un buen mentiroso en seis fáciles lecciones.‏

1. El Dogma. La mentira no es mala ni buena, simplemente es. Es uno más de todos los mundos posibles. Cuando mientes no haces nada malo, simplemente Creas. Un buen mentiroso es tan buen creador como un novelista. El mundo real no tiene más trascendencia que el ficticio -ya lo dijo Calderón-, simplemente es un mundo más de tantos, y merece el mismo respeto que aquellos que sólo existen en nuestra mente o germinaron en la de los demás con tu ayuda. No te sientas, pues, culpable cuando mientes, sólo siéntete mal si mal lo haces.


2. La Mirada. Nunca apartes la mirada de los ojos de tu receptor. Fíjalos en él con naturalidad, recréate en el brillo de sus pupilas. Relájate.


3. La Voz. Jamás titubees. No hagas pausas innecesarias. Controla la entonación: que sea idéntica a la que usas cuando hablas de lo real.


4. La Palabra. Dale alas a tu historia. Recréate en ella. Disfruta de tu momento de creación. Añade detalles, adórnala. Dale vida a tu ficción. ¡Ojo!:tampoco te pases; piensa que debes recordar todos los resquicios que ideaste en un futuro si pretendes que nunca nadie sepa de su falta de veracidad. Si conoces los límites de tu memoria, no habrá problema. ¡Ah! Y evita, sobre todo, contradecirte, pues es lo más revelador para el oyente despierto.


5. La Práctica. Miente un poco todos los días. Por deporte. Por gusto. Es fundamental adquirir el rodaje necesario para futuras mentiras trascendentes.


6. La Perfección. Créete tu propia mentira. Si afirmas "¡Estoy loco!", paladea en ese momento la locura que para ti creaste. Cuando en un futuro hagas memoria y no logres discernir con claridad de las cosas que contaste cuáles ocurrieron realmente y cuáles creaste para los demás, habrás alcanzado la perfección (o la esquizofrenia :-P).


Patricia.

viernes, 12 de junio de 2009

Bienvenidos al Carnaval de Venecia





El sábado por la noche, los fundadores de este blog, Robles y yo, así como los colaboradores Patricia y Sami, tuvimos presencia en una especial ceremonia. Ni más ni menos que a una fiesta de graduación, en la que se celebraba el fin de una larga y feliz temporada juntos, como recompensa de todo el esfuerzo, y simbólica señal de que lo que una vez unió una lista de clase, nada lo podrá separar jamás. (Nótense las ironías).

Llevábamos ya mucho tiempo preparándolo. Alrededor de centenar y medio de personas habían, durante semanas atrás, trapicheado curiosos e impacientes, soñando con lucir las mejores galas, entre las tiendas más "in" buscando sus trajes, vestidos, camisas, chaquetas, pantalones, corbatas, bolsos y otros complementos a juego para el tan esperado evento. Era el momento decisivo, y todo el mundo tenía que estar perfecto, impecable, prácticamente irreconocible. Y es que todo el mundo buscaba el disfraz genial, el antifaz más grande, la mejor forma de cambiarse a sí mismo.

Bien engaladonados, con nuestras extravagantes vestimentas, todos nos presentamos a la cita en nuestro Palacio de la Paz, residencia de las disputas, y entonces fue cuando dió comienzo el juego. Lo primero, superar la sensación de estar en un mundo paralelo, en el que nada es real. Una vez que lo has asimilado, aprendes a moverte en ese desconocido espacio de extrañas formas en el que el tiempo varía a su antojo, y empiezas a fijarte en las figuras altas que se yerguen a tu paso. Después, hay que ponerles cara a las siluetas, una de las partes más difíciles del juego, ya que todo el mundo es quien no es, y no es lo que debiera. La vicisitud llega a tu punto máximo cuando, mientras has de desenmascarar a aquellos seres, has también de procurar por todos los medios que tu personalidad no sea desvelada.

Esas son, digamos, las reglas del juego. La prueba en sí es simular. Ser un mimo impoluto, un payaso enardecido, con su alegre tristeza, o triste alegría: el juego consiste en ponerse en la piel de otra persona, pero ojo, tan sólo en la otra persona que los demás quieren que tú seas. Como todos esperen que te comportes, así habrás de comportarte, y no podrás salirte de esa silueta tan marcada. En el extraño carnaval impera la mentira, la FALSEDAD, siendo ésta una palabra muy importante en este caso. A cada persona que destapes, a pesar de que quizás no le conozcas, habrás de saludarle, darle la enhorabuena, unas gracias, y un frío, insensible, ilógico, trivial y tosco abrazo. Incluso en ocasiones, tras ese estrechamiento leve de los cuerpos, unos besos exiguo, de esos en los que no llegas a tocar la mejilla y son puro sonido estridente en el oído (los odio).

Así transcurrió toda la tarde. Entre hipocresía, sonrisas falaces, actos sin sentidos, aplausos por pena (los asistentes ya saben a qué me refiero), palabras insulsas y sentimientos aparentados. Pero ese era el trato: pasar una tarde dedicándose al juego de la representación. Interpretamos un verdadero teatro en un recinto destinado a tal menester. Pero la cosa no terminaba ahí, no... tras la actuación, quedaba la cena.

Ahora, pasaré a hablar en primera persona, pues sólo tuve constancia de mí a partir de entonces durante muchas horas.

Todo iba bien. Sentado con dos personas bastante interesantes, Omar y Lola, sabía que no estaba tan mal como habría pensado. Tengo la (mala) costumbre, desde que era un pequeñajo, de fastidiar siempre aquellos eventos. Me montaba mi película, siempre, en cualquier boda, incluso en la comunión de mi hermana. Me imaginaba a mí en otro sitio, con otra gente y haciendo otra cosa, por ello, la circunstancia verdadera se me antojaba falsa, una burda ficción, como me sigue ocurriendo ahora. Mi disfraz a prueba de bombas, buscado entre los más recónditos lugares pensando en ese fin, estaba triunfando, había conseguido ocupar totalmente cada milímetro de mi piel, sin dejar escapar ningún pequeño haz de ese David que por unas horas debía ocultarse.

Pero algo ocurrió. No sé bien qué fue. Unas palabras sin mala intención, perdí el equilibrio, y tropecé. Caí tan largo como soy sobre mí mismo. En el suelo, tuve miedo. Y al levantarme, me dí cuenta de que ese pánico tenía fundamento... mi perfecto antifaz veneciano se hizo añicos, mi capa dorada quedó desgarrada, y todo el maquillaje de alta calidad que había tapado mis poros se desvaneció en el aire. Quedé huérfano de disfraz, desnudo de artificio, y empezó a traslucir lo que se había tenido que esconder a la fuerza. Desapareció la magia, y cual Cenicienta que llega tarde, terminé reducido a lo que era antes.

Entonces sí, volví a ver la mentira intensificada mil veces. Era un niño desorientado en un mercado árabe. Muchos artículos pasaban de mano en mano con lumínica rapidez, el ruido de voces me aturullaba, entre las cuales no podía entender nada coherente, y mil olores, colores y formas se aparecían sin cesar a mis costados, saturando mis sentidos. Volvieron a acudir a este mi cuerpo, débil sin su coraza, aquellos virus malignos, aquellos tumores repugnantes, aquellos fantasmas del pasado, el presente y el futuro, que una noche más habrían de acompañarme. Volví a ser todo aquello que no quería ser por una noche. Volví a ser yo. Había fracasado en el juego. Era el perdedor.

(El valiente que llegue aquí, se lleva un premio musical)

Pero, tan rápido como fracasé, volví a levantarme, gracias una maravillosa visión. Una mesa redonda, y alrededor de ella, historias, curiosidades, anécdotas, y sobre todo, interés, coherencia, sinceridad, temple, disposición. Realidad. Aunque se jugase con la fantasía, no sería aquella aséptica realidad simulada, que ni es verdad, ni es nada. En ese momento, me sentí mucho más fuerte, gracias a ciertas personas a las que, a pesar de ignorarlo, me agarré. Conseguí desechar del todo mis telas y vestirme de mí mismo, arropado por los demás. Me sentí en compañía y cómodo... aunque no pude conseguir recuperarme del espanto sentido, seguía muy viva la imagen latente de mis fantasmas. Pero, a pesar de ello, me sentí bien con personas con las que no pensé que me sentiría.

Y, en el centro de la mesa, observador de todo lo que acontecía, la escultura colectiva que era vivo retrato de lo que seguía bullendo afuera.



(PERDONAD la LONGITUD, la CONFUSIÓN y la SUBJETIVIDAD... pero es que llevo taaaanto tiempo queriendo escribir algo, y sin poder hacerlo por culpa de los estudios!)

David

sábado, 6 de junio de 2009

Happy people

Yo les llamo mis anarcoguiris, pero responden a los nombres de Jo (ella) y Alex (él). Quedo con ellos para practicar Inglés oral -intentando no salpicarles demasiado :-) Son pareja, treinteañeros y de impecable look mochilero. Él melenita castaña, gafas redondas y propensión al histrionismo (en nuestro primer encuentro gritó en español amejicanado "¡¡Viva la revolución!! "en mitad de la cafetería en la que quedamos); ella se tapa el cabello rubio con un pañuelo pirata porque está en proceso de hacerse rastas, y ríe desenfrenadamente cualquier chiste o referencia que raye en lo absurdo. Cuando quedamos por teléfono y les pedí una seña para reconocerlos cuando los viese por vez primera me contestaron simplemente: "We're happy people". Obviamente, fueron ellos los que me reconocieron a mí: no estoy acostumbrada a ver rostros realmente felices. Sólo se ponen serios cuando hablamos de política.
Dejaron Inglaterra hace quince años. No les gustaba en lo que se había convertido su país. No les gustaba tampoco el sistema. No querían estar al servicio del capitalismo. Se compraron un sieteplazas y comenzaron a recorrer Europa. Jamás pasan más de dos o tres años en el mismo país. No contribuyen con sus impuestos a gastos que no quieren sufragar. No tienen hipoteca, ni tele de plasma, ni pc, ni ropa de marca... se asean en casa de las decenas de amigos que tienen en todo el mundo y compran lo que necesitan husmeando en los mercadillos ambulantes que se encuentran.
Trabajan en lo que les sale y les apetece. Actualmente dan clases de Inglés y de canoa -han recorrido la costa levantina a bordo de su brillante canoa naranja, y tienen previsto para este verano cruzar el estrecho en ella y llegar a las Baleares desde el puerto valenciano. El miércoles me comentaba Jo que les han ofrecido trabajar en una granja en Coín una temporada y están muy ilusionados. Pero no se quedarán mucho tiempo... sólo llevan aquí seis meses y ya les empieza a picar de nuevo el gusanillo: Holanda, Australia y Grecia ya cayeron a sus pies, pero aún les queda mucho mundo que recorrer; aunque, eso sí: tienen todo el tiempo para dedicarlo a ello.
Antesdeayer les dije que los auténticos románticos los hubieran sentido como unos de los suyos, porque estaban llevando a la práctica lo que con tanto anhelo buscaron Goethe, Shelley o Byron: la Libertad ("with a capital letter", les chapurreé). Los escucho con fruición porque me han hecho ver que realmente hoy aún se puede ser Libre, más allá de la globalización y del consumismo narcotizante. Ellos van aún más allá: ellos creen que con su palabra, con la palabra de muchos como ellos aún se puede Cambiar el Mundo. Yo me confesé pesimista, pero les dije acordándome de aquel póster de Fox Mulder: "I want to believe". Jo acercó sus ojos a los míos y con un brillo inquietante en sus pupilas afirmó: "It's possible. Change is possible" O algo similar: mi Inglés sigue siendo una chapuza pero... tal vez yo ahora esté más cerca de poder algún día llegar a definirme como "Happy people".

Patricia.

jueves, 4 de junio de 2009

Al borde del abismo.




David