Hoy paseo solitario. Éste y el post anterior los estoy escribiendo en el primer ciber que he encontrado. 80 céntimos me ha cobrado por 25 minutos... no tenía más dinero. Los otros dos euros que tenía, se los he dado a un hombre en la calle.
Andaba paseando, solo, porque no tengo compañía en una noche como ésta, de sábado, en mi ciudad. Tampoco me he preocupado de buscarla, no quería encontrarla. Ya no me siento bien con nadie, y quiero sentirme a mí un poco más.
Vagando entre las calles, escuché música. Un hombre de aspecto indescriptible andaba cabizbajo tocando su guitarra acústica con habilidad inaudita. Sí era audible su voz, alta y clara, cantando en inglés. Otra vez el inglés, que me volvió a aquellos dos recuerdos. Ese hombre que deambulaba rasgando su guitarra y sintiendo su canción no sospecha que me ha alegrado la noche, al menos durante una media hora. "Thanks, my friend" al entregarle dos euros. Más le habría dado, pero con más monedas sentía que me quedaba corto. La gratitud que le tengo a un desconocido simplemente por hacer música en la calle, por entretenerme y hacerme sentir bien con su voz, esa gratitud no es fácilmente financiable, remunerable. No se le puede devolver de ninguna manera.
Acaba ya mismo el tiempo. Me he sentido bien escribiendo. Me escuecen los ojos, por el calor del ciber. Gente muy extraña se reune aquí. ¿Serán también bloggeros anónimos, que necesitan en una noche desesperada vomitar su códigos binarios?
Ahora, a seguir caminando. Quizás me encuentre a alguien especial. No me vendría mal conversar.
David
domingo, 25 de octubre de 2009
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