El viejo
En una esquina del café sonoro de murmullos confusos
un anciano sentado se inclina sobre la mesa,
leyendo un periódico, sin compañía.
Y en el ocaso de su miserable senectud
piensa cuán poco gozó en los años)
cuando tuvo la fuerza y el verbo y la belleza.
Sabe que está muy viejo, y lo siente, y lo ve.
Y, sin embargo, le parece que la juventud
fue ayer. ¡Corto intervalo, corto!
Y piensa en qué forma lo embaucó la prudencia,
cómo de ella se fió y qué locura
cuando la engañadora le decía: «Mañana.
Tienes todo tu tiempo».
Se acuerda de los impulsos que detuvo y cuántas
delicias sacrificó. Ocasiones perdidas
que burla ahora su prudencia insensata.
...A fuerza de rumiar pensamientos y recuerdos
el vértigo lo invade. Y se duerme
inclinado sobre la mesa del café.
sábado, 13 de febrero de 2010
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Mmmm... y pienso...¿cómo se dirá "El ocaso de su miserable senectud" en griego?
ResponderEliminar:P
Me ha encantado, es un tanto carpe diem y dramático tempus fugit, aunque a los jóvenes nos dice collige, virgo, rosas.
Qué dominio de los tópicos literarios, dios mío. Sólo te faltan unas calabacitas en los márgenes para que el comentario sea perfecto :-P
ResponderEliminarjajajajajajajajaja
ResponderEliminarEcho de menos las calabacitas... ojalá el de construcción nos de los apuntes así!
Y lo de los tópicos me encantaba!