Exageraciones, por supuesto. Esas cosas tan difíciles las podré superar bien. Me lo tomaré con tranquilidad, con filosofía, como se dice. Estudiaré día a día un poquito, y lo llevaré todo bien. Jamás me acostaré tarde, quizás en alguna que otra ocasión en la que me vea forzado a ello... Vale, bueno, esto no se lo cree nadie.
La semana pasada (esto comenzó a escribirse entonces, hasta ahora no he podido finalizar), de Lunes a Viernes, dormí unas 20 horas, de todas las 120 que pasaron. Haciendo mil trabajos diferentes, acostándome hasta las tantas, sufriendo como un condenado las fuerzas atrayentes que me arrastraban a la cama. El miércoles dormí poco más de media hora. Pero lo confieso, tan mal no estaba. Porque el jueves por la noche salí hasta las 5 de la mañana... está visto que la energía es infinita en determinadas circunstancias, pues se sacan fuerzas de donde no hay con tal de desquitarse un poco. Me levanté a las 10 (me salté matemáticas, sí), y esa noche me fui de concierto. Genial Love of Lesbian. Aunque a la vuelta me doliese hasta el alma.
Lo malo es que la semana anterior fue parecida. Demasiado ajetreada para mi gusto, y para el de todos. Nos cuesta mucho seguir el ritmo. Y por lo que parece, esta semana será igual, y la siguiente, y la otra. Para "consolarnos", los profesores nos dicen que el principio es lo más fácil. Que luego en los próximos meses y años ya sí se pone durilla la cosa. ¡Pero qué alegría, eso son profesores de verdad, que motivan a sus alumnos!
Lo bueno es que dicen que a los 5 años, la necesidad de dormir todos los días ya apenas existe, pues puedes aguantar con tres siestas al mes; y que el dedo ha conseguido la forma del hexaedro del lápiz, por lo que es más cómodo que nunca. Incluso a alguno que otro, el pulgar y el índice se les ha convertido en un funcional compás.
David.
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