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viernes, 2 de abril de 2010

Centenario de Miguel Hernández.

   De lo del puñetero centenario del Quijote se enteró to quisqui. Vete a saber cuántos van a saber que este año se celebra el centenario del nacimiento de uno de los más grandes poetas de toda la Literatura Universal: Miguel Hernández. Mi humilde homenaje en estas páginas es colgaros su "Elegía a Ramón Sijé" cantada por Serrat, que sin duda hizo un trabajo increíble al darle música. Yo seré una sensiblona sin remedio, pero sigo emocionándome cuando la escucho.
Patricia

"Elegía a Ramón Sijé"


(En Orihuela, su pueblo y el mío, se
me ha muerto como del rayo Ramón Sijé,
a quien tanto quería)

Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado
que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irá a cada lado
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.

A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.


(El rayo que no cesa, Miguel Hernández)

1 comentario:

  1. Qué preciosidad de hombre. Lo descubrí cuando, de casualidad, en un pueblo cualquiera de Alicante al que quise ir en verano, durante las vacaciones allá, llamado Orihuela, encontré la casa de un pueta, su casa, ahora un museo. Me fascinó.

    Y son preciosos también los poemas cantados por Serrat. Aunque nunca tragué del todo a este tipo, porque en muchas canciones, la música es lo que hace que pierdan valor. Su voz se merece no mucho acompañamiento, por sí misma se vale. En este caso, es perfecto.

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