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martes, 1 de septiembre de 2009

Reminiscencias



Con 11 años me enamoré de una compañera de clase, la más guapa... de la que todos los chicos, quisieran o no, se habían enamorado secretamente. Por ella surgían disputas, recelos, los amigos se enemistaban y todos se movían con el afán de impresionarla y llamar su atención.

Pero yo conseguí acercarme a ella y trabar una gran amistad, mientras mi sentimiento seguía creciendo. Era yo entonces una persona extremadamente romántica, que pensaba que el que la seguía, la conseguía. La amaba de verdad, sería mi princesa atrapada en un torreón, del que la rescataría gracias a mi inteligencia y mi habilidad. Un sentimiento tan puro y tan sincero no podía ser en vano. La vida misma no permitiría algo así.

Una noche, sentado ante el viejo portátil de mi padre en la mesa del salón, casi estrenando el messenger, me dijo que me quería contar un secreto muy importante. Pero en el preciso momento en el que debía revelárseme aquello que ansiaba saber, me obligaron a apagar ya el ordenador y acostarme. No pude saber qué era aquello tan relevante.

Me quedé toda la noche pensando, divagando, imaginando, ilusionado con lo que pudiera ser al fin un cambio significativo en mi vida. Al fin merecía la pena. Ahora sí, podía decir que mi pose de apasionado del amor y sentimentalista tenaz había dado sus frutos. Estaba nervioso por todo lo nuevo que se abriría a partir de ese momento. Mi sueño se había hecho realidad. Había conseguido el amor de una chica, ya era hora, aunque sólo faltase que lo confirmase ella... yo ya lo daba por seguro.

Al día siguiente me arreglé más que nunca, y por primera vez salí pronto de casa ansiando llegar al instituto. En el recreo, me acerqué a ella, y le pregunté, con las manos mojadas del sudor y la pierna derecha temblando (tic nervioso en situaciones límite que no comprendo), qué era aquello que me tenía que decir. Y despreocupada, me confesó que yo era su segundo mejor amigo.

Una vez más, me había vuelto a ocurrir. "Había sido demasiado inocente al creer que lo conseguiría", me he recriminado durante muchos años. Pero ahora pienso que quizás fui el menos inocente de todos. El que sabía cómo comportarse para no confundir a los demás.


Curiosamente, siete años después, en una noche cualquiera de finales de Agosto, me acuerdo de ella. Y sigo sintiendo la misma desilusión, el mismo ahogo del corazón, que sentí en la hora siguiente después del recreo, y en muchos de los días sucesivos.


Cosas como ésta, quieras o no, acaban marcándole la vida a uno.


David

2 comentarios:

  1. "Entre los límites de los nueve y los
    catorce años, surgen doncellas que revelan a ciertos viajeros embrujados,
    dos o tres veces mayores que ellas, su verdadera naturaleza, no humana, sino
    nínfica ( o sea demoníaca); propongo llamar nínfulas a estas criaturas
    escogidas." ("Lolita", de V.Nabokov)

    Me vinieron a la mente las nínfulas tras leer tu remembranza. "Lolita" es una novela explosiva y al mismo tiempo enternecedora que rezuma erotismo y sinceridad en la que se cuenta precisamente la historia de un hombre marcado por un amor frustrado de pre-pubertad. A lo mejor has visto alguna de sus adaptaciones cinematográficas (mi preferida es la de Jeremy Irons, aunque la de Kubrik es la más valorada).

    Pues eso, David, te topaste con una nínfula, ya ves, y es casi imposible salir ileso de un choque así :-)

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  2. Siiiii, la de Jeremy Irons <3 !! Me gusta mucho esa película, es preciosa.
    Y tu historia, pensé al comenzar a leerla que era la otra en que sí fuiste afortunado, aunque únicamente al principio...
    Ains... yo nunca tuve historias de esas, me enamoré de algunos pero... tan pequeña y ya sabía que esos amores no serían para siempre por lo que nunca di un paso hacia adelante ni traté de confesarlo. Además... para mi desilusión siempre acababa descubriendo algún detalle de cada chico que acaba disgustándome, con el tiempo fui creando un perfil en el que pocos entran... es lo que tiene. Como todos.

    :)

    Lírika.

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