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domingo, 21 de junio de 2009

¿Qué le produciría esto?

Un fluido extraño se apoderaba de sus entrañas, el elixir era amargo sin mucho más que añadir. Sus brazos se estremecían más y más con el paso del tiempo, su cuerpo se unía a esta molesta reacción mientras su respiración se intensificaba hasta llegar al punto de sentirse semiahogado. Las manos no sabían donde acudir, todo su cuerpo las requería, el grito de auxilio de sus órganos era palpable a distancia; estaba mal. Al disponerse a andar sus piernas se tambaleaban y cesaban rápidamente en el intento, un paso a la izquierda, otro hacia tras, tres más a la derecha, medio hacia delante; podría decirse "andaba" en circulos. Su mente se encontraba en un limbo, no hallaba a distinguir entre el cielo y la tierra, estaba flotando ya que nada material le parecia tocar sus pies.
Angeles/demonios o personas aladas quizás, por no decir gigantes o simples humanos sin poderes aparentes romdaban el horizonte, no había salida, tampoco es que hubiese entrado por algún lugar concreto, llego de repente sumido en ese doloroso sentimiento tras segundos de insoportable agonía, producida por palabras que se clavaban como puñales furiosos y furtibos, cargados de ira y sumisa prepotencia. No quería creer, no le parecía lógico, nada concordaba con sus pensamientos anteriores, quizá en alguna prejuiciosa parte de su ser esto podía haber sido posible, aunque por su bien esta parte hacía mucho que se hallaba muerta. ¿Cómo iva a arreglar este entuerto? No tenia solución posible, su vida se agotaba después de esto, se alejaba a pasos desiguales.
Tras este corto espacio de tiempo, o no se si fueron horas, se derrumbo, cayó al suelo de rodillas y no puedo evitar que algo de líquido salobre también cayese; se encontraba en plena calle con el asfalto como unica protección para no caer más profundo. De repente noto la presencia de un pequeño charco de desprecio y desilusión delante de él, no era demasiado limpio, lo suficiente para poder ver su cara reflejada en el horrible mundo de la realidad. Para mi asombro, esto no produjo una desastrosa reacción sino que al contrario fue una lección, algo que no olvidaría nunca, ese charco le dejaría marcado, contemplo en él su cara la cara de una persona terminada, la cara de alguién con aún menos que perder, una cara viva. Podía tratarse de la broma de un mal traductor, o simplemente un mero engaño más, pero su interior no lo sentía igual, todo su sufrimiento tenía sentido y fué causado por sentido, esto le llevaba al sin sentido del vivir al sufrimiento; como un paso adelante, como signo de existir intensamente, como un arriesgar en la última carta sabiendo que si bien puedes perder o ganar jugaras (mejor) más tiempo.
Si bien esto puede parecer de valientes o personas sin miedo, no es cierto, sin duda yo los llamaría "vividores" personas que anteponen el vivir a todo; y sí son mortales (que no moriran nunca). En cuanto a la balanza de bienes y perdidas; las empresas se los rifarían como los mayores consejeros, pueden perder y pierden pero esto es lo que les hace ganar muchisimo más que cualquiera, porque como decía, y no me canso de citar, Thomas A. Edison tras sus más de mil intentos fallidos antes de inventar la bombilla: "no son fracasos, he conseguido saber 1000 formas de cómo no se debe hacer una bombilla".

PD: Especial dedicación para Patricia, la mujer del sin sentido. Me levante inspirado. Gracias

Robles

2 comentarios:

  1. La Vida es Incoherencia, Robles. Leo a Anne, siempre sintética, y pienso en el Bang, el Bang que trajo la vida y no la muerte; la muerte que llegará cuando la explosión se serene.
    Y nos pasamos la vida traduciendo e interpretando: a los demás (sus gestos, sus palabras, sus miradas), a nosotros mismos (¡qué difícil, coño!), al devenir en sí, qué sé yo...
    Todo es más sencillo, mucho más sencillo. Hay un poema de Pessoa que dice:
    "Poco me importa.
    ¿Poco me importa qué?
    No sé, poco me importa."
    ¡Ése es el espíritu! El Sentido está precisamente ahí, en el Sinsentido. Y no me contestes, "Lo sé", muchacho, como aquella vez; porque aún estás lejos de saberlo... ni tan siquiera de intuirlo. Pero todo llega.

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