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jueves, 20 de agosto de 2009

El texto sentido: Vampiros y otras criaturas de las tinieblas.



17 de junio de 1816 (el llamado "Año sin verano"). Lord Byron y su médico John Polidori reciben a unos amigos en la villa ginebrina en la que están pasando una temporada. Entre sus invitados, el poeta Percy B. Shelley y su futura mujer Mary Woolstonecraft. Encerrados durante tres días a causa de las continuas lluvias, esa noche, habiendo repartido láudano generosamente, Byron propone a sus invitados que escriban cada uno un cuento de terror (este motivo lo toma Gonzalo Suárez en su película Remando al viento, un film hermoso y terrible con imágenes de cuidada estética romántica, entre las que he buscado -en youtube- sin éxito mi escena preferida, aquella en la que los cuatro personajes mencionados salen a navegar al lago aún cubierto de enormes bloques de hielo, capitaneados por Byron que grita a la noche y el infinito).

De la mente de Polidori surgirá "El vampiro", relato que se considera pionero de todo un género. No es que anteriormente no existiese la figura de ese ser tan tétrico, sino que era más bien un asunto folclórico, más bestia que ser humano; y será Polidori el que cree el perfil del vampiro de porte aristocrático, de gustos "exquisitos" (vamos, que prefiere la sangre "azul" a la de los campesinos o los animales domésticos). Este cuento influirá entre otros en el archiconocido Drácula de Bram Stoker (1897). El texto completo lo tenéis en http://www.gothicba.com/elvampiropolidori .
Pero la creación más grandiosa surgirá esa noche de una mujer: "Frankenstein o el moderno Prometeo", que firmará ya con su nombre de casada, Mary Shelley. Desgraciadamente los tiempos modernos poco favor le han hecho a esta impactante historia, y el centenar de adaptaciones cinematográficas, televisivas y demás, se han quedado -salvo alguna honrosa excepción, como la que protagonizaron De Niro y Branagh en 1994- en la figura grotesca de un ser de cabeza cilíndrica, paso torpe, tornillos en el cuello, instintos sanguinarios y un gruñido simiesco que -a continuación lo veréis- nada tiene que ver con la criatura ideada por Shelley. Y es que el "Frankenstein" es ante todo una historia de amor; del amor por Eliza, la niña con la que se crió Victor Frankenstein y a la que estuvo prometido hasta su muerte; y de las ansias de amor de la criatura que éste le negó. Ambos amores imposibles, como todo amor que se quiera llamar romántico con todas las letras. Porque al fin y al cabo, esta novela es, desde mi punto de vista, tal vez la más representativa del ambicioso espíritu romántico así como de su sentido de la fatalidad: la historia de un hombre que quiso dar vida como Dios, y Dios lo castigó por su osadía arrebatándole lo que más amaba.

El fragmento escogido pertenece al capítulo décimo sexto de la novela: Frankenstein y su criatura conversan por primera y última vez en un desolado paisaje de montaña. El narrador es Victor Frankenstein. Si no os importa dejaros los ojos ante la pantalla, podéis leer la novela íntegra en http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/literatura/frankenstein/caratula.html .

Patricia.

"- Estoy dispuesto a razonar. Sé bien que la cólera que siento me perjudica más que me favorece. Aunque no lo creas, tú eres la causa de mi mal. Si alguien fuera capaz de sentir benevolencia hacia mí, se la devolvería cien veces mayor. Por esa única criatura, para agradar a ese ser, sería capaz de hacer las paces con la humanidad entera. Mas esos sueños no podrán realizarse nunca. Mi propuesta no carece de lógica y no es nada extraordinario para ti el satisfacerla. Quiero una criatura de sexo femenino tan horrible como yo. Creo que es lo menos que puedo pedir, y con ser tan poca cosa, bastará para satisfacerme. Es verdad que seremos dos monstruos, dos seres distintos de cualquier persona humana; pero eso es precisamente lo que nos unirá. Nuestras vidas podrán no ser felices, pero lo que sí serán es inofensivas y estarán, sobre todo, libres de la miseria y del padecimiento que hoy me aquejan. Y tú, mi creador, puedes hacer realidad este deseo. Permíteme que ésta sea la única cosa por la que pueda ofrecerte mi agradecimiento. ¡Haz que por lo menos un ser vivo sienta simpatía y amor por mí! Es el único favor que te pido.
Sus palabras me conmovieron, pero al pensar en las terribles consecuencias que mi consentimiento podía acarrear, temblé de miedo. Veía claramente que muchos de sus argumentos eran justos y razonados puesto que su relato y sus palabras demostraban fehacientemente que era capaz de concebir sentimientos refinados. Por mi parte, ¿podía negar que todo creador debe tratar de hacer feliz a su criatura?"




















1 comentario:

  1. Magnífico... he de leerme ese libro. Ha sido muy emotivo. No sabía que la historia de Frankenstein y la del vampiro aristocrático hubiesen surgido de semejante manera.

    Ah, y ya me he leído Crónicas Marcianas. Fantástico, sin duda será uno de mis libros de cabecera.

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