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miércoles, 8 de julio de 2009

Música que gira

Tras un tiempo de olvido por mi parte hacia el blog y de él hacia mi, creo que es hora de volver a la carga con otra de mis tontas pero, que queréis que os diga, para mi confortables historias . Bueno sin más dilatación (como os gusta) aqui comienza:

La pequeña Gisel estaba jugando alegre y distraida en la moqueta de su cariñosamente decorado cuarto, no faltaban los peluches de animales de todo tipo ni las paredes cargadas de papel en distintos tonos de verde que creaba un ambiente muy tranquilo y de una gran vivacidad, casi selvática, inspirando a la mente a volar tal y como lo hacia el avión que colgaba del techo.

El cuarto se componía de una cama de un color cuya tonalidad no desentonaba con la de las paredes. Encima de esta dos grandes osos guardaban su cabecera, uno portaba un gran corazón entre sus manos y el otro te recibía con los brazos abiertos y la frase de su pecho: "¡Abrazame fuerte!" a cuyo abrazo correspondía con la más contagiosa de las carcajadas (su preferido). Al lado opuesto de la habitación se disponía el armario con sus dos enormes puertas llenas de mariposas y demás animales coloridos, a la izquierda de este pero retirada de la ventana se situaba la mesa de juegos donde habitualmente ella tomaba té y bestía a sus dos grandes amigos peludos, Tedy y Tody (los osos); por último se encontraba la puerta de entrada en la única pared libre.

El día se despertó magnífico, los rayos del sol incidían directamente sobre la pequeña mesa e iluminaban toda la habitación, Gisel sentada e inventando alguno de sus imprevistos e ingeniosos juegos, ajena a lo que estaría a punto de sucederle, moviendo sus muñecas de un sitio para otro sin quedar del todo conforme con su posición. De repente algo le llamó la atención, -Las campanas- dijo. Rápidamente se levantó y miró por la ventana. Entrecerrando los ojos, ya que el sol le molestaba, miro hacia la calle pudiendo ver la iglesia de cuyo campanario procedía ese sonido, el mar paso desapercibido aún siendo este un día suficientemente despejado para verlo. Agudizando la vista, y más acostumbrada a la luz pudo ver las campanas, que realmente era lo que le interesaba. Estas eran dos grandes campanas de bronce con más de un siglo de antiguedad que rotaban a insistente velocidad. Dan vueltas y vueltas y más vueltas sin parar, -pensó ella- quedando perpleja ante este movimiento y uniéndolo al sonido sus pupilas se perdieron en el horizonte. Su mente le insinuaba algo, intentaba dar explicación a un suceso que habitualmente pasaba inadvertido para ella, algo que le sorprendia y atraía, que le encantaba. -Las campanas giran y hacen música- su pensamiento chapurreó, no le parecio extraño.

Algo vino a su memoria, velozmente se dirigío hacia el armario y lo abrió. Lo que buscaba debía estar escondido entre tantos tipos de zapatos cargados de lazos que tanto le gustaban, y efectivamente allí se encontraba, una cagita de color blanco brillante y cierta antiguedad. La cogió sin mas preámbulos y la colocó en el centro de la habitación. Comenzó a girar la pequeña llave que sobresalía por uno de sus bordes, sin más aviso una encogida bailarina de tutú y zapatos nacarados apareció en escena. La música comenzo a sonar y al unísono la figurita empezó a bailar a su compás. La bailarina giraba y giraba realizando giros imposibles a los cuales Gisel quedaba perpleja, no la veía desde que su madre años atras se la regalase, esta vez fue distinto. Volviendo al estado de perplejidad: su cuerpo quedo inmovilizado, al menos para su voluntad, sus ojos encendidos como platos no lo podían creer, era como la campana, la música daba vueltas y las vueltas hacían la música. Comenzó a notar algo, al mirar a sus pies estos se movían, levanto la vista y ahora era su habitación la que no paraba de girar a su alrededor, todo el mundo daba vueltas sobre su cabeza, le encantaba.

En ese mismo instante su padre se dirigió hacia la habitación para comprobar como se encontraba. Cual fue su sorpresa cuando al entrar Gisel estaba en el centro con los brazos abiertos dando vueltas sin parar, con una gran sonrisa de oreja a oreja que expresaba su estado de inmensa felicidad. De repente cayó al suelo exhausta. Su padre tranquilamente la cogió en brazos y la puso en la cama cubriéndola con la sabana. Entreabriendo Gisel los ojos y con voz baja pero muy dulce dijo a su padre: -La música gira papi- a lo que él respondio con una sonrisa y con un - Claro mi niña, ahora necesitas descansar para ponerte buena.

- FIN -

No se sabe si por su inocencia, por su mente despierta, por la anteriormente mencionada decoración de su cuarto, o por la propia fiebre que en aquellos momentos le acontecía, nuestra pequeña protagonista creó en su mente esa relación de ideas que tantas emociones le provocó. Lo que si realmente sé es que ella a su corta edad se dió cuenta de algo que mucha gente ignora o pasa por alto por ser demasiado obvio e insignificante, algo a lo que no se le presta atención ya que su percepción no puede darnos más que indiferencia; esto quizá se devió a su falta de predisposición a pasar por alto lo "conocido" (que tenemos), llevandola a conocer esta forma de conocer, la más placentera, al tomar como propio el propio conocimiento. Sea lo que sea, ella es feliz ;-D.

Pd: Dedicado a la persona con la mente más inocente que conozco (después de la mía). Gracias por regalar un poco de tu felicidad al mundo.

Robles

3 comentarios:

  1. También puede ser que Gisel se haya fumado algo raro!

    Pero aún así, me ha gustado muchísimo el texto... es una historia muy buena. Adoro como describes la habitación. Aunque me cuesta entender tus signos de puntuación, qué quieres que te diga :P

    Enhorabuena.

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  2. ¡Qué alivio leer este post, chiquillos! Es que, al regresar leí los dos anteriores, pero no tuve tiempo de anotar nada. Y pensé: "¡Joder, los dejo solos una semana y cuando regreso me los encuentro a punto de hacerse el harakiri! ¡Si han ahuyentado hasta los explosivos comentarios de Anne!" De hecho, ya tenía a punto un fragmento de Girondo (a mí también me fascina, David) para definir ese spleen que os afectaba. Os lo pongo, aunque ya no venga a cuento:

    Cansado,
    sobre todo,
    de estar siempre conmigo,
    de hallarme cada día,
    cuando termina el sueño,
    allí, donde me encuentre,
    con las mismas narices
    y con las mismas piernas;
    como si no deseara
    esperar la rompiente con un cutis de playa,
    ofrecer, al rocío, dos senos de magnolia,
    acariciar la tierra con un vientre de oruga,
    y vivir, unos meses, adentro de una piedra."

    Por cierto, genial ese post extraño tuyo desde el Más Allá. Fuese lo que fuese lo que te embriagaba, fue productivo.
    En fin, intentaré centrarme. Total, que hoy me encuentro con esta loca de Gisel y he suspirado aliviada. A mí también me ha gustado este cuentecillo tuyo, Robles. Aunque yo me quedo mejor con el cuarto párrafo, cuya prosa me parece de una calidad incuestionable (desde "El día se despertó..."). Eso sí, personalmente, pienso que el cuento mejora si suprimes el último párrafo (el que va antes del fin), pues así todo queda en la sugerencia. Me gusta cuando se hace trabajar al lector. En cuanto al comentario posterior, no sé por qué me viene a la cabeza una cita de Goethe, que, como es tremendamente romántica, te gustará, Robles: "Cada uno ve lo que lleva sobre el corazón".

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  3. Nadie olvidara aquella tarde en la plaza de la constitucion eh robles?, buen post. Sami

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