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sábado, 25 de julio de 2009

El texto sentido: "Cronopios"



Cuando vagas entre las tumbas de Montparnasse, hay un momento en que sientes un soplo cálido sobre tus pies, allí, entre tanto mármol gélido. Se trata de la de Cortázar, que se presenta pequeña, humilde y simpática, semiescondida entre tanta lápida ostentosa, y, entonces, a pesar de los lúgubres pensamientos que te estén rondando la cabeza desde hace un rato al leer tanto nombre extinto, no puedes evitar sonreir.

Cortázar no duerme solo, tiene una estupenda tertulia literaria a su alrededor: Vallejo, Baudelaire, Sartre, Cioran... Todos ellos, descansan bajo espléndidas tumbas que muestran magníficos ramos de flores, u orgullosas rosas rojas de tallo largo artísticamente depositadas. La de Julio no. Cuando te agachas a acariciar con timidez aquella pequeña lápida blanca, bajo la curiosa escultura de una luna que avanza feliz en su camino hacia lo fantástico ignoto, descubres decenas de homenajes, humildes homenajes. Primero reparas en las piedrecitas. Los que como yo entraron allí a curiosear, a buscarlos a ellos, a él, sin preparos, sin parar en la floristería, pero que no quieren de dejar de decirle al que duerme allí "Eh, oye, niño, vine a verte dormir, tú me hiciste feliz, me hiciste diferente con tus líneas. Gracias.", y entonces, simplemente, han cogido una de las miles de piedritas de la gravilla que cubre el cementerio y la han colocado sobre su tumba. Luego están los que sienten que eso no es suficiente, o los que, tal vez, quieren hacer sentir al próximo que venga que no está sólo en su amor por Cortázar, que hay toda una tribu interplanetaria unida por las lágrimas que derramó ante la belleza de los cuentos de un escritor. Esos, pues, han echado a mano del único papel que llevaban encima -los que amamos a Julio somos siempre un caos en lo práctico-, que no es otra cosa que un ticket del metro de París y han garabateado dos palabras para él, para nosotros. La palabra que más se repite es cronopio. Un billete dice "Querido cronopio..." (y esos puntos suspensivos rebosan nostalgia) otro hace un guiño y escribe "Cronopio, cronopio, cronopio".

El cronopio es una invención de Cortázar, pero no lo es. Porque Cortázar sólo pasó al papel a aquellos que lo entendían y lo amaban, o sea los otros como él, que andan errantes por el mundo, y de vez en cuando se encuentran, y son felices cuando sucede, aunque no pueden evitar volver a separarse, pues ése es su sino. De los heterodoxos hablo, claro. Cortázar creó para ellos un mundo donde podían reconocerse en un primer contacto sólo por su lenguaje, el cronopiocronopio, en el que además, distinguían al resto de la población en dos simples grupos: los famas (esos exitosos ortodoxos) y los esperanzas (cronopios potenciales que no tienen el suficiente temperamento para serlo). Pensé que mi primer texto sentido en este blog no podía ser más que un cuento de Historias de cronopios y famas. Si os gusta y queréis leer más, sólo tenéis que entrar en la página http://www4.loscuentos.net/cuentos/other/1/

Ea, no me enrollo más, que hable el maestro :-)
Patricia.



"Conservación de los recuerdos"


Los famas para conservar sus recuerdos proceden a embalsamarlos en la siguiente forma: luego de fijado el recuerdo con pelos y señales, lo envuelven de pies a cabeza en una sábana negra y lo colocan parado contra la pared de la sala, con un cartelito que dice: "Excursión a Quilmes", o: "Frank Sinatra".

Los cronopios, en cambio, esos seres desordenados y tibios, dejan los recuerdos sueltos por la casa, entre alegres gritos, y ellos andan por el medio y cuando pasa corriendo uno, lo acarician con suavidad y le dicen: "No vayas a lastimarte", y también: "Cuidado con los escalones". Es por eso que las casas de los famas son ordenadas y silenciosas, mientras que en las de los cronopios hay gran bulla y puertas que golpean. Los vecinos se quejan siempres de los cronopios, y los famas mueven la cabeza comprensivamente y van a ver si las etiquetas están todas en su sitio.

2 comentarios:

  1. Waw... adoro a este autor. Es cierto que tan sólo he leído esporádicos textos suyos, siendo el preferido el de las suicidas gotitas, que creo recordar, tú nos mostraste cuando eras nuestra profesora.
    Está claro que mi casa es como la de los cronopios: todos los recuerdos por allí y por allá buscando su espacio. Y también mi mente, que va saltando de uno a uno, sin buscarlos, pues vienen solos muy gentiles.

    La verdad es que cuando pensé en hacer esta sección, tenía en mente poner algún cuentecillo de Cortázar... pero veo que me adelantaste. Habré de pensar otra cosa ^^

    ¡Ah, y adoro tu introducción!

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  2. Gracias por el enlace,me ha gustado el post, solo decir que tengo entendido que es tradicion judía colocar piedrecitas sobre la tumba de un ser querido, que no tiene por que ser judio, por que? esto ya no lo sabria decir, pero investigaré..

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